Francisco De Luna
Xalapa, Ver.-Sientes morir cuando tienes enfrente al
toro y si te da la cornada no sabes qué más puede ocurrir, explica Alejandro
Morales, un joven de 25 años de edad quien cuenta que su sueño es ser torero y
hasta el momento la única forma de lograrlo es participar en la xiqueñada.
En las calles de la zona centro del municipio de
Xico que fueron adaptadas para el encierro de los animales la fi esta comienza a
las 12 del día, luego de los tres cuetazos que resuenan el cielo; entonces es
momento de refugiarse ya que el toro buscará a quién embestir.
“Se sienten bastantes nervios estar en la zona donde
el animal de más de 300 kilos pasará corriendo. Esto se hace por gusto y todo
el tiempo hay miedo” cuenta el experimentado participante al término de la
fiesta, evento que se ha convertido en un tema polémico con los
defensores de la vida.
También dijo que el toro al salir a la calle sólo
busca matar, la desesperación y los gritos lo hacen buscar salida y al verse
desesperado comienza a enfurecer y en todo momento arremeter con sus cuernos.
Las calles frente a la iglesia donde se le venera a
Santa María Magdalena, están repletas de gente, de turistas, de familias
enteras vestidas con camisas a cuadros, botas y sombreros para representar lo
vaqueros que son.
En el sitio las banquetas lucen llenas de gente
sobre las gradas improvisadas, los techos, los balcones salientes. Las escenas
en el lugar son distintas, ahí se observa a quienes se empinan las botellas de
cervezas, las moritas y los “toritos” para estar “al tiro” cuando el toro
corra, caiga o embista a alguno.
Esta ocasión, 20 toros de lidia fueron los que
participaron en la xiqueñada, procedentes de Michoacán y Tlaxcala, todos con
peso de entre 350 y 450 kilos, mismos que llegaron la madrugada de este martes
a las 02:00, indicó Miguel Ángel Izaguirre, integrante del Comité de la
“pamplonada”.
Algunos participantes sin playera o la camisa mojada
de sudor y “chelas” corren frente al toro que segundos antes provocaron.
Entonces los asistentes aplauden, bailan y hasta “mientan madres”, porque
quieren más, el deseo es ver que el animal aviente a alguien, dice Argelia, una
señora regordeta que sostiene un vaso de cerveza y bajo sus pies varias
botellas del licor conocido como “morita”.
Andrés, un joven de 17 años de edad del municipio de
Coatepec, fue el primer herido y cuenta que luego de varias vasos de “caña”
decidió ir al baño y atravesó la acera cuando de pronto vio al toro a escasos
metros, entonces quiso librar el golpe, trató de subir a la tarima pero de
inmediato el cuerno ya había perforado su pierna derecha.
Al paso de una hora el ambiente se convierte en un
asunto de mayor algarabía, al tono de las cervezas, los toritos o las moritas,
todos gritan, cantan las canciones de la Arrolladora Banda el Limón, La Trakalosa
de Monterrey o de Julión Álvarez.
Las calles lucen coloridas, al fondo la iglesia
donde a las 12 del día se le celebra la misa a la patrona del pueblo, Santa
María Magdalena. El calor parece sofocante y la temperatura es de 29 grados,
aunque en ese momento ninguno se interesa en ello.
Bailan, echan novio o conquistan, es la mera fiesta,
parece que nada importa pues los elementos policiacos que custodian la entrada
al palacio municipal, no detienen al joven que en ese momento descubren que
orina debajo de las gradas pero frente a las puertas del ayuntamiento.
La fiesta con más de 40 años de desarrollarse en
Xico continuará, por mucho más tiempo, pues es el atractivo del pueblo. Toros,
vaqueros, licor, son elementos se convirtieron en la identidad del pueblo que
ha generado polémica entre los protectores de animales.
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