Francisco De Luna
Tepeyahualco, Puebla.- En un ambiente árido, donde
el aire siempre sopla fresco, entre cactus, haciendas que remontan a un siglo,
postales en color sepia y vías del tren que cuentan historias revolucionarias,
son los paisajes que en cada paso regalan al visitante al llegar y adentrarse
al municipio de Tepeyahualco de Hidalgo, Puebla.
Ahora, si eso no bastara y es necesario retroceder a
otras épocas, como por ejemplo ir a lo prehispánico, en Cantona, una ciudad
amurallada con cientos de calzadas que se pierden como laberintos entre
pirámides, es otra de las opciones en esta localidad enclavada entre los valles
poblanos.
Ahora, si eso no bastara y es necesario retroceder a
otras épocas, como por ejemp lo ir a lo prehispánico, en Cantona, una ciudad
amurallada con cientos de calzadas que se pierden como laberintos entre
pirámides, es otra de las opciones en esta localidad enclavada entre los valles
poblanos.
Este poblado regala inimaginables fotografías que
van desde hermosos atardeceres en color
dorado, contraluz de magueyes o contornos de antiguas arquitecturas
donde diversas leyendas se encierran sobre estas planicies ubicadas a 2 mil 400
metros sobre el nivel del mar.
La quietud es casi sepulcral, pareciera un pueblo
fantasma, donde el sonido del viento es lo que más se puede escuchar. Su
significado es “Cerco entre cerros”, pues enormes montañas de roca permanecen
como los gigantes que custodian y miran hacia el municipio donde las casas son
de colores vibrantes.
Solo basta mirar a los alrededores para capturar
imágenes que se pierden entre los horizontes; una polvareda a lo lejos se
levanta como manto en color castaño, luego se pierde entre las paredes
montañosas.
También al paso unas lagartijas regordetas y
negruzcas brillantes asoman de sus cuevas, toman los rayos del sol y al sentir
la presencia humana, se escoden y observan desde adentro.
Mientras tanto los minutos avanzan y las nubes que
revolotean al cielo teyehaualquense anuncian una gran tormenta. Entonces los
pocos caminantes del pueblo, corren a refugiarse y ya dentro de sus casas aprovechan
para tomar tazas con café y aroma de canela.
Al llegar a la ciudad prehispánica “Cantona” que
significa “Casa del Sol” y que los Arqueólogos tras 19 años de investigación
consideran que en este lugar se desarrolló una parte de la cultura
Olmeca-Xicalanca.
Aún esto es dudoso, las indagaciones continúan, aunque
de cierto es que estas pirámides son del 200 antes de Cristo (A.C) y que fue
una cultura dominante en el comercio de la obsidiana sobre la franja del Golfo
de México.
Estos sitios limitan con el estado de Veracruz,
sobre Perote, lugar desde donde basta una hora para poder adentrarse a estos
territorios que pareciera fueron sacados de pinturas y postales del siglo XIX.
Los callejones en Cantona te llevan y pierden entre
enormes paredones, hay que buscar salidas, nuevas opciones porque más arriba
otras pirámides esperan y ya desde lo alto se pueden observar tonalidades cafés
y más restos de la ciudad prehispánica que sigue bajo árboles, grandes rocas y tierra
arenisca.
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