Sin rumbo fijo

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lunes, 29 de junio de 2015

La fortaleza de las almas milenarias en Quiahuiztlán

Francisco De Luna

Xalapa, Ver.-Allá donde el mar se une con las montañas y donde descansan las almas milenarias, ahí se ubica la zona arqueológica Quihuaiztlán.  En estas alturas el viento sacude la vegetación que como un guardián abraza a la ciudad prehispánica.

El asentamiento ancestral tiene un significado lírico y proviene de la palabra náhuatl, “Lugar de la lluvia”. Es como un terreno romántico y no es para menos, pues sus habitantes tenían el privilegio de mirar las aguas del Golfo de México.

Se trata de una ciudad cementerio, y es una fortaleza por estar entre grandes peñascos y altas cuestas soportadas por muros defensivos edificados a finales del periodo Clásico tardío en el 800 Después de Cristo.

El sitio arqueológico que habitaron los totonacos está asentado en Villa Rica, municipio de Actopan, Veracruz, lugar que también fue la puerta de entrada para la conquista de México.



Pedro López Jiménez, custodio del asentamiento prehispánico, nos contó de la ciudad sagrada y de las pirámides atrapadas por las raíces de los árboles, escenas que hacen pensar que se trata de la naturaleza que no quiere dejar escapar toda la historia.
Hasta la fecha se han localizado 78 tumbas, distribuidas en tres cementerios, juegos de pelota, seis áreas delimitadas de manera natural y artificial mediante cantiles y muros defensivos.

El mayor número de piezas localizadas han sido metates, por eso a la peña que sobre sale imponente desde la carretera también se le conoce como el “Cerro de los metates”.

El custodio, cuenta que en estos sepulcros fueron localizadas sólo algunas extremidades “ningún cuerpo estaba completo”, lo que hace aún más interesante el recorrido en el Lugar de la lluvia.
Sólo había, cráneos, piernas o brazos acompañados por ofrendas, lo que también significa que hubo rituales durante los entierros.

La zona arqueológica de Quiahuiztlán, es un punto estratégico para entender la ruta de los españoles; son tierras que pisó Hernán Cortés, en donde fue apoyado por los totonacos para iniciar la conquista de México.

Aquí se registró la gestión religiosa, los cementerios y era un espacio dividido con la élite y el resto de sus habitantes vivían en partes medias y bajas. Su auge tuvo lugar en el periodo Clásico y hasta la llegada de los españoles en 1519.

En Quiahuiztlán hay quietud, pero su historia habla. Las pirámides y las tumbas que miran imponentes las aguas del mar hacen sentir la carga espiritual y las almas de quienes alguna vez habitaron este sitio milenario.


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