Sin rumbo fijo

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lunes, 15 de noviembre de 2010

Papantla y Sus Voladores

Voladores de Papantla, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad Un mito Totonaca dice de una época en que había una gran sequía, y el alimento y el agua escaseó en la tierra. Cinco hombres jóvenes decidieron que debían enviar un mensaje a Xipe Totec, dios de la fertilidad, de modo que las lluvias volvieran y fertilizaran el suelo, así sus cosechas prosperarían otra vez. Entraron en el bosque y buscaron el árbol más alto y más recto.
Cuando encontraron el árbol perfecto, permanecieron con él durante la noche, ayunando y rogando para que el árbol les ayudara en su propósito. Bendijeron el árbol, después lo cortaron y lo llevaron al día siguiente a su aldea evitando que tocara la tierra hasta el punto de la localización perfecta para su ritual.
Los hombres pelaron el árbol de sus hojas y ramas, cavaron un agujero para fijarlo verticalmente y después bendijeron el sitio con ofrendas rituales. Los hombres adornaron sus cuerpos con plumas de modo que aparecieran como pájaros a Xipe Totec en la esperanza de atraer la atención del dios a su importante petición. Con cuerdas envueltas alrededor de sus cinturas, se aseguraron al poste e hicieron su súplica al volar con el sonido enervante que emanaba de la flauta y del tambor

La ceremonia ritual veracruzana y las tradiciones vivas de los otomí-chichimecas de la Peña de Bernal, en Querétaro, han sido reconocidas por la UNESCO. Igual distinción han alcanzado el tango, el cántico de las escrituras sagradas en el hinduismo de la India y el teatro kabuki de Japón.
La ceremonia ritual de los voladores de Papantla, de Veracruz, al igual que las tradiciones vivas de los otomí-chichimecas de Tolimán, la Peña de Bernal, en Querétaro, han sido inscritas en la lista de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El tango también fue declarado por la UNESCO como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, comentó que está “muy orgulloso” de que esa música elegante y baile sensual estén ahora entre las tradiciones que la UNESCO considera como algo valioso para salvaguardar para la humanidad.
Este anuncio se hizo durante la cuarta sesión ordinaria del Comité Intergubernamental de la UNESCO para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos.
El reconocimiento al pueblo otomí-chichimeca, asentado en la zona semidesértica del estado de Querétaro, se dio porque ha conservado un conjunto de tradiciones que son testimonio de su relación excepcional con la topografía y el medio ambiente.
De acuerdo con la UNESCO, su entorno cultural está presidido por el triángulo simbólico que forman la Peña de Bernal y los cerros del Zamorano y el Frontón. Cada año, los otomí-chichimecas se congregan para ir en peregrinación a estas elevaciones sagradas llevando cruces milagrosas, a fin de impetrar la lluvia y la protección divina, venerar a sus antepasados y exaltar la identidad y continuidad de su comunidad.
A lo largo del año tienen lugar otras festividades comunitarias que constituyen todo un calendario de celebraciones de ritos centrados en el agua y que exaltan la capacidad de resistencia del pueblo otomí-chichimeca. La celebración de los ritos suele efectuarse en capillas familiares privadas consagradas al culto de los antepasados, o se manifiesta con la elevación de los chimales —imponentes estructuras temporales construidas con carrizo y recubiertas de plantas silvestres— que son ofrendas y símbolos de la resistencia, la vitalidad y sentimiento identitario de la comunidad.
El vínculo entre la cultura espiritual y el espacio físico ejerce una influencia en el arte regional —en particular en imágenes religiosas, pinturas murales, danzas y música— y las costumbres que encarnan ese vínculo son componentes esenciales de la identidad cultural de la comunidad.
Rito sagrado
La distinción de la UNESCO al rito sagrado de los Voladores de Papantla se dio por ser una tradición viva transmitida de generación en generación, recreada por la comunidad totonaca y preservada a través del establecimiento de la Escuela para Niños Voladores.
Fidel Herrera, gobernador del estado de Veracruz, en su discurso ante la UNESCO, explicó que el totonaca se dirige a sus deidades a través del rezo, la música, la danza, el vuelo, el canto y sus textiles, lo que se plasma en la danza de los voladores.
“Los hombres-pájaro ofrecen su vuelo para la llegada de un nuevo sol y para que venga acompañada de fertilidad en sus tierras. Cuatro voladores, símbolo de los cuatro puntos cardinales y de los cuatro elementos componentes de la vida: tierra, agua, viento y fuego, son dirigidos por las notas musicales de su caporal para girar 13 vueltas alrededor de un palo sagrado, en un total de 52 círculos que, de acuerdo a los calendarios mesoamericanos, forman un ciclo solar”, subrayó.

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