Sin rumbo fijo

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martes, 16 de noviembre de 2010

Los Danzantes

Por Francisco De Luna
Poza Rica, Ver.- Los grupos de danzantes en el municipio de Coxquihui están al borde de la desaparición; hace 10 años había por lo menos 24 grupos, ahora sólo existen seis, entre ellos, “Los Tejoneros”, “Negritos”, “Quetzales”, “Los Toreadores”, “San Miguelitos”, “Moros y Españoles”, mientras que los músicos que tocaban los sones para el ritual, son ancianos y después de ellos nadie más lo practica.
Tan sólo bastó menos de una década para que desaparecieran los grupos de danzantes, ante el desinterés de los gobiernos, las nuevas generaciones de jóvenes, la aparición de nuevos centros de vicios, pérdidas morales que han dejado al punto de la extinción a quienes durante cada fiesta patronal llenaban de colorido las procesiones y ataviaban el interior de las iglesias como parte del folclor pueblerino.
De acuerdo con Alejandro Medina Jiménez, Promotor Cultural de la Unidad Regional de Culturas Populares, quien radica en el municipio de Coxquihui, ha sido testigo de cómo a cuenta gotas se eclipsan todas las tradiciones, usos y costumbres de un pueblo en donde aún se respira un aire provincial.
Sabe que la danza de “Los Tejoneros” o xcutinanin como ellos lo mencionan en la lengua Tutunaku´ sólo le queda unos cuantos años, “es la última, ya nadie más quiere practicarla, si los programas de cultura no los puede rescatar, ni el interés de nosotros como promotores culturales, entonces esto se habrá acabado”. Lamenta, mientras observa al pequeño grupo de “Los Tejoneros” que terminaron de actuar ante decenas de turistas quienes sólo tendrán recuerdos fotográficos suspendidos en el tiempo, en caso de que este último grupo desaparezca.
El riesgo cada vez es más latente y recordó que hace 30 años pasó a ser leyenda la danza de los “Negro-Amarillo” y auguró que al paso con el que avanza el resto de los danzantes se dirigen hacia el mismo sendero, en donde sólo pasaran a formar parte de los recuerdos de las fiestas patronales.
La lucha para rescatar a estas tradiciones ha sido constante, han viajado a diversos lugares de la región y la entidad para que alguien más se interese en practicarlo y aunque los logros no han sido los esperados, les ha quedado la satisfacción de aplausos y reconocimientos, por la viveza y el ánimo con el que zapatean al ritmo de los sones.
La música de los sones va perdiendo resonancia, las cuerdas de los violines, guitarras y el silbido de las flautas han disminuido sus volúmenes, pues quienes tocaban esos instrumentos han envejecido y ya nadie más tiene el conocimiento para hacerlo.
Actualmente en el pueblo de Coxquihui existe el nombre del grupo de “Los Toreadores”, “San Miguelitos” “Quetzales” “Moros y Españoles”, “Santiagueros”, pero sólo existe un grupo de cada danza y sus integrantes están dispersos, por lo tanto ya no asisten a las fiestas patronales para encabezar las procesiones mientras los creyentes de la iglesia católica avanzan con sus coloridos cirios y adornos exuberantes.
El pueblo de Coxquihui (Cáscara de árbol) está enclavado en la sierra del Totonacapan, cercano a la cabecera municipal de Coyutla y Zozocolco de Hidalgo. La fiesta patronal es el 21 de septiembre en honor al Santo Patrón San Mateo Apóstol.
“Antes las danzas eran únicas en actividad cultural con la que se divertía la gente en fiestas patronales, no había medios de comunicación, discotecas, alcohol, ahora piensan que se divierten mas estando en una cantina que estando en una fiesta patronal”
Han pasado dos años en que la danza de “Los Tejoneros” no ha asistido a la fiesta patronal de Coxquihui. Esta danza representa el origen del maíz y los personajes muestran el peregrinar de la gente en la búsqueda del alimento. Está conformado por un perro, un payaso con máscara de madera que ostentoso porta un rifle para matar al chénchere (pájaro carpintero), un hombre vestido de mujer con máscara de madera y a dos títeres que aplauden el ritual detrás de una manta y dentro de ella, un palo largo por donde camina y picotea el chénchere para descubrir el alimento en la cima de donde revientan serpentinas, confeti o una bandera que simboliza el florecimiento y la esperanza de nuevos alimentos.

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