texto :Francisco de luna gaona
Detrás de las pirámides ,a ocho minutos de la zona arqueológica se encuentra la comunidad El Tajín que sigue sin agua potable,luz,drenaje,calles sin pavimentar y sin atención médica.La fastuosidad de La Cumbre Tajín contrasta con la pobreza ala que has sido condenados los descendientes de la cultura totonaca
Papantla, Ver.-Bendíceme en totonaco Dios mío, porque en español me maldicen; létrame en totonaco porque las letras españolas mienten; háblame en totonaco porque en español me gritan, rezan las frases del poeta indígena, Jun Tiburcio González.

Durante casi 20 años ha emprendido una lucha por su pueblo totonaca, para difundir y rescatar la lengua materna, las tradiciones y su cultura que lejos de ser reconocida, fue el trampolín de funcionarios y activistas culturales para comercializar la identidad autóctona.
En aquella primavera de 1999, cuando el entonces gobernador del estado de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, emprendió el primer festival “Cumbre Tajín” que buscaba la proyección internacional del Totonacapan y sus pirámides de El Tajín.
Hasta este entonces, esa región enclavada al norte del estado de Veracruz, para muchos era desconocida, no conocían a su gente ni la pronunciación de las palabras en totonaco. Pero ahora han transcurrido 15 años del primer evento, el sitio es más popular, pero sigue sumido en la pobreza.
En todo éste tiempo las comunidades que rodean a la sede, siguen en las mismas condiciones; sin servicios públicos básicos.
Las familias aprovechan los cinco días del festival para convertirse en vendedores ambulantes y apostarse en la carretera o perseguir turistas con la esperanza de comercializar sus productos.
La comunidad “El Tajín” durante 15 años ha recibido y escuchado las promesas de funcionarios en turno que aseguran introducción del drenaje, arreglar calles e inclusive construir un puente peatonal en la carretera que atraviesa la localidad entre la zona arqueológica y el parque temático “Takilhtsukutk”.
Mientras que de sus manos morenas cuelga la artesanía de vainilla que intenta vender a los paseantes, el señor Ángel García relata que todo se ha basado en promesar “porque hasta ahora nada de eso se ha logrado. A través de autoridades municipales y estatales nos han venido prometiendo pero nada aún hemos visto reflejado”.
PIRÁMIDES ILUMINADAS, CALLES OSCURAS
Los contrastes en la zona indígena van más allá de las percepciones del turista, del político y de los empresarios.
Mientras que para el espectáculo de luz y sonido “Tajín Vive” se invierten casi 40 millones de pesos que consiste en iluminar 14 pirámides y narrar la historia del pueblo, así como sus leyendas; las familias viven con calles en penumbras, no se destinan recursos adecuados para este servicio básico.
Otra realidad que les apremia, por ejemplo, las calles de tierra las mismas que permanecen oscuras y en contraparte desde esos sitios y entre casas de madera y cartón se puede observar un gran espectáculo de luz y sonido en las pirámides de “El Tajín”.
Viven a escasos minutos de la zona arqueológica, su vida cambia al otro lado de la ciudad prehispánica, allá atrás del monte hasta donde los visitantes no llegan, ni observan ni toman fotografías para el recuerdo.
No hay drenaje y el excremento se va a las fosas sépticas y las que se llenan escurren entre los terrenos, caen a mantos acuíferos; así lo relata Margarita, una señora cuarentona que apresura los pies descalzos entre la vereda que serpentea hacia su humilde vivienda.
Han pedido el apoyo de las autoridades estatales para solicitarle que se les brinde la ayuda prometida, pero hasta ahora no han tenido una respuesta a sus demandas, por el contrario siguen olvidados, como desde un inicio.
El puente peatonal que se les prometió desde hace 15 años, jamás se construyó a pesar de que fueron enviadas las estructuras de fierro que serían utilizadas para el paso, pero hasta ahora las que permanecen tiradas en la entrada de la comunidad entre la corrosión y oxidadas, ya desaparecieron.
Esto representa una burla para ellos, porque solamente los engañaron, al traer ese material que para lo único que sirvió en algún momento fue para estorbar la vialidad hacía el poblado, además de representar peligro para los lugareños porque fue utilizado por los delincuentes para esconderse.
INDÍGENAS RELEGADOS
Ellos sólo observan la llegada e instalación de los establecimientos de empresas cerveceras, refresqueras, de productos chinos, comida rápida, grandes bocinas con altos decibeles tocando música comercial, mientras que los indígenas del Totonacapan libran las batallas para poder vender su artesanía, sin local, sin promoción y recorriendo las orillas de la carretera o parados en los topes para ganar cliente.
Las escenas en El Tajín son diversas, donde el turista regatea el precio de un producto artesanal o la comida regional.
Las carencias son evidentes, sobresaltan en cada paso, en cada acción, en las casas de techos de cartón, pisos de tierra o paredes endebles de madera desde donde los habitantes rendijean para ver pasar a quienes curiosean por la ranchería.
Tanto la comunidad de “El Tajín” como las que le rodean entre ellas, “Ojital Viejo”, “Ojital Nuevo”, “El Chote Papantla”, “Chote Coatzintla”, “Rancho Nuevo”, “Cerro Grande Escolín”, continúan con las mismas carencias de siempre.
“En 1999 les ofrecieron a todos los pobladores una serie de apoyos, con tal de evitar que se opusieran al proyecto de Cumbre Tajín, sin embargo estos nunca se cumplieron”, cuando gobernaba Miguel Alemán Velasco.
LA CUMBRE DEL PODER
El director General de Cumbre Tajín, Salomón Bazbaz Lapidus, apenas y puede pronunciar en público una palabra en totonaco a pesar de llevar más de una década viviendo de la cultura, de su gente, de su lengua, explica Samuel, el joven danzante quien desde hace dos años dejó de participar en el parque temático por el poco apoyo que recibía de los organizadores.

Durante casi 20 años ha emprendido una lucha por su pueblo totonaca, para difundir y rescatar la lengua materna, las tradiciones y su cultura que lejos de ser reconocida, fue el trampolín de funcionarios y activistas culturales para comercializar la identidad autóctona.
En aquella primavera de 1999, cuando el entonces gobernador del estado de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, emprendió el primer festival “Cumbre Tajín” que buscaba la proyección internacional del Totonacapan y sus pirámides de El Tajín.
Hasta este entonces, esa región enclavada al norte del estado de Veracruz, para muchos era desconocida, no conocían a su gente ni la pronunciación de las palabras en totonaco. Pero ahora han transcurrido 15 años del primer evento, el sitio es más popular, pero sigue sumido en la pobreza.
En todo éste tiempo las comunidades que rodean a la sede, siguen en las mismas condiciones; sin servicios públicos básicos.
Las familias aprovechan los cinco días del festival para convertirse en vendedores ambulantes y apostarse en la carretera o perseguir turistas con la esperanza de comercializar sus productos.
La comunidad “El Tajín” durante 15 años ha recibido y escuchado las promesas de funcionarios en turno que aseguran introducción del drenaje, arreglar calles e inclusive construir un puente peatonal en la carretera que atraviesa la localidad entre la zona arqueológica y el parque temático “Takilhtsukutk”.
Mientras que de sus manos morenas cuelga la artesanía de vainilla que intenta vender a los paseantes, el señor Ángel García relata que todo se ha basado en promesar “porque hasta ahora nada de eso se ha logrado. A través de autoridades municipales y estatales nos han venido prometiendo pero nada aún hemos visto reflejado”.
PIRÁMIDES ILUMINADAS, CALLES OSCURAS

Mientras que para el espectáculo de luz y sonido “Tajín Vive” se invierten casi 40 millones de pesos que consiste en iluminar 14 pirámides y narrar la historia del pueblo, así como sus leyendas; las familias viven con calles en penumbras, no se destinan recursos adecuados para este servicio básico.
Otra realidad que les apremia, por ejemplo, las calles de tierra las mismas que permanecen oscuras y en contraparte desde esos sitios y entre casas de madera y cartón se puede observar un gran espectáculo de luz y sonido en las pirámides de “El Tajín”.
Viven a escasos minutos de la zona arqueológica, su vida cambia al otro lado de la ciudad prehispánica, allá atrás del monte hasta donde los visitantes no llegan, ni observan ni toman fotografías para el recuerdo.
No hay drenaje y el excremento se va a las fosas sépticas y las que se llenan escurren entre los terrenos, caen a mantos acuíferos; así lo relata Margarita, una señora cuarentona que apresura los pies descalzos entre la vereda que serpentea hacia su humilde vivienda.
Han pedido el apoyo de las autoridades estatales para solicitarle que se les brinde la ayuda prometida, pero hasta ahora no han tenido una respuesta a sus demandas, por el contrario siguen olvidados, como desde un inicio.
El puente peatonal que se les prometió desde hace 15 años, jamás se construyó a pesar de que fueron enviadas las estructuras de fierro que serían utilizadas para el paso, pero hasta ahora las que permanecen tiradas en la entrada de la comunidad entre la corrosión y oxidadas, ya desaparecieron.
Esto representa una burla para ellos, porque solamente los engañaron, al traer ese material que para lo único que sirvió en algún momento fue para estorbar la vialidad hacía el poblado, además de representar peligro para los lugareños porque fue utilizado por los delincuentes para esconderse.
INDÍGENAS RELEGADOS
Aquí las familias en su mayoría, ni viven del turismo, tampoco cosechan vainilla, ni mucho menos son contratados para formar parte de “Cumbre Tajín”. Los pobladores siembran maíz o frijol o se dedican a acarrear agua, leña y alquilarse como peones en terrenos de hacendatarios.

Las escenas en El Tajín son diversas, donde el turista regatea el precio de un producto artesanal o la comida regional.
Las carencias son evidentes, sobresaltan en cada paso, en cada acción, en las casas de techos de cartón, pisos de tierra o paredes endebles de madera desde donde los habitantes rendijean para ver pasar a quienes curiosean por la ranchería.
Tanto la comunidad de “El Tajín” como las que le rodean entre ellas, “Ojital Viejo”, “Ojital Nuevo”, “El Chote Papantla”, “Chote Coatzintla”, “Rancho Nuevo”, “Cerro Grande Escolín”, continúan con las mismas carencias de siempre.
“En 1999 les ofrecieron a todos los pobladores una serie de apoyos, con tal de evitar que se opusieran al proyecto de Cumbre Tajín, sin embargo estos nunca se cumplieron”, cuando gobernaba Miguel Alemán Velasco.
LA CUMBRE DEL PODER
El director General de Cumbre Tajín, Salomón Bazbaz Lapidus, apenas y puede pronunciar en público una palabra en totonaco a pesar de llevar más de una década viviendo de la cultura, de su gente, de su lengua, explica Samuel, el joven danzante quien desde hace dos años dejó de participar en el parque temático por el poco apoyo que recibía de los organizadores.
“Pashkat´katsini´ que en español significa “gracias”, a esa palabra se refiere Samuel quien lamenta que el interés sea más económico que cultural.
Cada año se realiza el también llamado “Festival de la Identidad”, pero todo se centraliza en la zona arqueológica, el parque temático, así como el municipio de Papantla, sin que los turistas puedan ver más allá de lo que acontece en los alrededores.
Los compromisos con los habitantes de mejorar sus condiciones de vida que van desde contar con lo indispensable como el agua, la energía eléctrica, una clínica funcional, calles sin lodo y transporte público que no cobre tarifas excesivas bajo el pretexto de que se trata de una zona turística, se reiteran cada año desde las oficinas y eventos multitudinarios.
Al concluir el evento en el que participan más foráneos que totonacos, ya no pasa nada, hasta transcurrir los siguientes 12 meses para que la historia y todo el “alboroto” vuelva a repetirse.
La carretera que enlaza desde Poza Rica y Papantla hacia la zona arqueológica “El Tajín” también ha sido la promesa para ser reparada por autoridades estatales y municipales, sin embargo al paso de los 15 años de Cumbre Tajín la vía no ha logrado mejorarse.
Sólo es atendida un mes con anticipación a la realización del “Festival de la Identidad”, obra que sólo se traduce en tapar los baches, rellenar los hoyos con material que al paso de un mes queda destrozada.
Son más de diez kilómetros que corren desde “El Tajín” hasta Poza Rica y la misma distancia a la cabecera municipal, Papantla de Olarte, la cual se transita con gran dificultad cuando no es tiempo de Cumbre Tajín.
UN FESTIVAL QUE SE DESMORONA
Este año el director y organizadores de Cumbre Tajín presumieron cifras de hasta 510 mil turistas en cinco días, sin embargo dentro del parque temático el número de visitantes era escaso; se habló de una derrama económica de 240 millones de pesos, así como la presentación de grupos musicales que mantienen un abismo con la cultura totonaca.
La desorganización y la falta de recursos ante una cumbre que se desmorona se da cuenta en los talleres donde para el día de la inauguración, el 20 de marzo, aún faltaba material, personal y herramientas para trabajar durante el evento.
Cumbre Tajín inició en 1999 con la promesa de resaltar la identidad cultural, rescatar tradiciones, así como la lengua indígena aunque el beneficio se ha centralizado en los organizadores y trabajadores foráneos.
Contra el evento han surgido diversas voces que denuncian la comercialización de la cultura, otros reclaman principalmente por obras que beneficien a Papantla como a las comunidades que rodean a la zona arqueológica “El Tajín”.
Cada año se realiza el también llamado “Festival de la Identidad”, pero todo se centraliza en la zona arqueológica, el parque temático, así como el municipio de Papantla, sin que los turistas puedan ver más allá de lo que acontece en los alrededores.
Los compromisos con los habitantes de mejorar sus condiciones de vida que van desde contar con lo indispensable como el agua, la energía eléctrica, una clínica funcional, calles sin lodo y transporte público que no cobre tarifas excesivas bajo el pretexto de que se trata de una zona turística, se reiteran cada año desde las oficinas y eventos multitudinarios.
Al concluir el evento en el que participan más foráneos que totonacos, ya no pasa nada, hasta transcurrir los siguientes 12 meses para que la historia y todo el “alboroto” vuelva a repetirse.
La carretera que enlaza desde Poza Rica y Papantla hacia la zona arqueológica “El Tajín” también ha sido la promesa para ser reparada por autoridades estatales y municipales, sin embargo al paso de los 15 años de Cumbre Tajín la vía no ha logrado mejorarse.
Sólo es atendida un mes con anticipación a la realización del “Festival de la Identidad”, obra que sólo se traduce en tapar los baches, rellenar los hoyos con material que al paso de un mes queda destrozada.
Son más de diez kilómetros que corren desde “El Tajín” hasta Poza Rica y la misma distancia a la cabecera municipal, Papantla de Olarte, la cual se transita con gran dificultad cuando no es tiempo de Cumbre Tajín.
UN FESTIVAL QUE SE DESMORONA
Este año el director y organizadores de Cumbre Tajín presumieron cifras de hasta 510 mil turistas en cinco días, sin embargo dentro del parque temático el número de visitantes era escaso; se habló de una derrama económica de 240 millones de pesos, así como la presentación de grupos musicales que mantienen un abismo con la cultura totonaca.
La desorganización y la falta de recursos ante una cumbre que se desmorona se da cuenta en los talleres donde para el día de la inauguración, el 20 de marzo, aún faltaba material, personal y herramientas para trabajar durante el evento.
Cumbre Tajín inició en 1999 con la promesa de resaltar la identidad cultural, rescatar tradiciones, así como la lengua indígena aunque el beneficio se ha centralizado en los organizadores y trabajadores foráneos.
Contra el evento han surgido diversas voces que denuncian la comercialización de la cultura, otros reclaman principalmente por obras que beneficien a Papantla como a las comunidades que rodean a la zona arqueológica “El Tajín”.
Las voces del indígena y de Jun Tiburcio dicen:
Bendiceme en totonaco,Dios mio,
por que en español me maldicen
Ilumíname con el sol totonaco,
por que me opacan en español.
Dame sabiduría totonaca,Dios mío,
por que en español me llaman tonto.
Dame letras en totonaco,
por que las letras en español mienten
Cántame en totonaco,
por que en español me ofenden.
http://revistaera.com/index.php/k2-reportaje/item/4970-tajin-15-anos-despues
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