Por: Francisco De Luna Gaona
Poza Rica Ver.- El Tajin es el sitio arqueológico donde la magia, la cultura y el surrealismo, se mezclan como la multitud de personas que llegan de diferentes partes del mundo, para presenciar los rituales milenarios que la población totonaca realizaba para mantener vivo a sus dioses; con el festival Cumbre Tajin, se recuerdan aquellas épocas que se han guardado en la memoria de los habitantes que hoy difunden los pensamientos ancestrales.
Los turistas viajaron al pasado que no les tocó vivir, entre actividades y pirámides donde historias quedaron petrificadas, por que la también conocida como “Ciudad Sagrada” fue rescatada del abandono y que desde el 2000 su silencio imponente reflejó luces y sonidos, acompañados de artistas que danzaron, tocaron y cantaron la música que ha hecho vibrar los sentidos y despertar la emoción que recrea la imaginación de los paseantes.
En la festividad que se mostró al mundo, lleno de colores, ideas, religiones, costumbres y lenguas como tema central del evento, debido a la agonizante situación de los dialectos, formaron parte de los “cinco días que durarán toda la vida”.
El parque Temático Takilhtsukut´, que es la esperanza anual de los lugareños, pues confían en expender sus productos en las afueras, instalan locales donde comercializan tamales, molotes, tostadas o una gran variedad de comida, pero de igual forma cerveza que a largo de más de un kilómetro, familias abandonan el campo para instalarse en la carretera y obtener mejores ingresos económicos.
Los pocos días que dura el evento, la carretera Poza Rica-Chote se aglomera de vehículos y ocasiona el caos vial de más de cuatro kilómetros, ya que los turistas tratan de llegar al sitio arqueológico, o deseosos de ver al artista invitado, pero la ausencia de elementos de tránsito en los tramos carreteros generó el congestionamiento, retrasando al visitante hasta por dos horas.
La escena mostraba largas filas de persona que pintaban la entrada al parque temático.
Los espectáculos que se ofrecen dentro están protagonizadas por la gente totonaca en mayor porcentaje, aunque de igual forma por otras etnias y grupos sociales que hacen demostraciones de su cultura, las cuales tratan de preservarla, ya que varias están en riesgo de desaparecer.
Al entrar a Takilhstukut´ la multitud se nota desbordante, aunque no fue así el primer día de la realización, pero los siguientes, en cada taller, en cada nicho, no faltó el que zapateara, dibujara, pintara, observara, el que probara el atole, el pan, la caña, los dulces, o el que se embarra las manos de barro, el que transformara, cantara, o por lo menos el que hiciera acrobacias como en el circo indigenista que se fusionó con el de Atayde Hermanos, o el que caminara en la cuerda floja.
Muchos son los que tienen los pies sobre la tierra, pero pocos son los que vuelan; así era el ritual de la danza de los voladores que mantenía atónitos a los turistas, al observar el zapateado del caporal que hacía al sonar el tacón de sus botines al mismo tiempo que cimbraba el palo volador allá en la cima, mientras cuatro hombres valientes desafiaban la altura “volando” al ritmo del sonido de la flauta y del tambor. Y al finalizar el “jefe” descendía por la cuerda, y los espectadores al mismo tiempo aplaudían y retrataban el acto milenario.
El misticismo y las costumbres reinaban, y entre ellos destacaban los médicos tradicionales que con hierbas, humo, velas, ofrecían insólitos catálogos que generación tras generación han utilizado para curar los males del cuerpo, del espíritu y de la mente.
Las plantas eran variadas, como la albaca, hierba negra, perejil, romero, pirul, cancerina, cáscara de tepezcohuite, manzanilla, y un sin fin de plantas medicinales que se usan como métodos de sanación pero que varían de acuerdo a los conceptos religiosos.
También conocida como medicina alternativa, los visitantes no dejaron escapar la oportunidad de entrar al “mundo” donde la imaginación y la fe se mezclan para curar los espantos, relajar la mente o simplemente para lograr la purificación.
Los artesanos jugaron uno de los papeles más importantes, por que mostraron las manos trabajadoras que transformaban el barro en figuras representativas de la región o simplemente conceptualizar ideas; así como palmas que tomaban la forma de un sombrero, de un abanico, mientras que el plástico en juguetes o utensilios para el hogar, con la finalidad de reciclar y conservar el medio ambiente.
La artesanía, bajo el título de “manos creadoras” reunió artesanos del país y del extranjero, gente con talento para transformar una simple piedra en un objeto sorprendente, o el que con chaquira y alambre daba vida a un zoológico.
No faltó el surrealismo en el arte, por que la imaginación nunca tuvo límites, ya que de las raíces de los árboles se hacían figuras como serpientes, aves, mamíferos como retomados de los sueños “por que tenían un principio pero no un fin”.
Otro de los espectáculos que cautivaron fue el de los danzantes que con trajes coloridos, máscaras, pañuelos, penachos o sin penacho, bailaban al ritmo del son, algunos gritaban, otros en silencio, pero los rituales se realizaban y causaban la misma emoción.
De distintas partes del Totonacapan, como Coxquihui, Chumatlán, Zozocolco, Coyutla, Espinal, Filomeno Mata, llegaron los danzantes para difundir una de las tradiciones indigenistas que poco a poco va despareciendo en la zona, de la misma forma que los otros grupos del país y del mundo.
Pero la festividad siempre ha dividido ideas, hay quienes están a favor y otros en contra.
Como cada año, no faltaron las manifestaciones, antes o durante el desarrollo de Cumbre Tajin, como el que realizaron los de COCyP, Antorcha Campesina, trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de ocho estados del país, que amenazaron con no permitir la realización del evento, ya sea por que exigían tierras o el respeto a la cultura, al considerar que sólo están explotando la riqueza de la zona del Totonacapan.
No faltó el que con bocinas hiciera alegatos, y reprochara al gobierno que durante los nueve años de realización del evento los lugareños no obtuvieran beneficios con la derrama económica.
No les importó el apabullante calor, cientos de personas con decisión, mientras que otras acarreadas, caminaban desde el parque temático hasta la zona arqueológica para manifestarse en contra de Cumbre Tajin.
Sin embargo, el gobernador Fidel Herrera Beltrán, respondió a las demandas y se hicieron acuerdos favorables para ambas partes.
Entonces el contacto con el mundo indígena, fusionó ideas, edades, tradiciones, por lo que la mayoría de los totonacos consideraron que Cumbre Tajin es la punta de lanza para posicionar a la región y su cultura, calificando al gobierno del estado, como el visionario para rescatar la esencia de la comunidad indígena.
De acuerdo a la información proporcionada por el productor ejecutivo Salomón Bazbaz Lapidus, el primer día se logró reunir a un aproximado de 15 mil visitantes, y al siguiente mejoró la cifra; pero recalcó que los diversos nichos instalados en el parque tuvieron mucho éxito, debido a que el evento cada año se internacionaliza con una proyección titánica.
En este sitio las edades no importaron por que lo mismo bailaba un joven que un anciano; ni las nacionalidades, por que lo mismo expresaba la sonrisa de un rostro mexicano que uno extranjero; mientras que los idiomas eran diferentes, pero el mensaje era que la lengua materna debe de preservarse por que varias están por desaparecer, y en Veracruz de las doce que se hablan, por lo menos cinco están por extinguirse, aseguró Lucía Tepoli Ortega, Coordinadora de la Academia de las lenguas veracruzanas indígenas.
Historia como piedra que perdura era la muestra del Tajin, cultura como memoria de los antepasados, vuelo como la esperanza del hombre por desafiar el destino, y lengua por entender la diversidad de pensamientos, mostrando un año más que “El Tajin Vive” y serán “cinco días que durarán toda la vida”.
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